8.11.08

Trabajo en la era 2.0

(de aquí)

Ayer platicaba con una compañera de trabajo que lleva más o menos 15 años haciendo lo mismo que yo. De haber estudiado humanidades, de pronto se topó con un universo totalmente nuevo, en el que las cosas no funcionaban exactamente como ella creía. Desde que hizo su tesis y tuvo que decidir entre escribirla a máquina, cuartilla por cuartilla, o hacerla en ese extrañísimo invento que su papá tenía en la oficina —una computadora—, se dio cuenta de que había un mundo distinto frente a ella. Al menos, uno en donde las sumas ya no se hacían a mano y la información venía en tablas organizadas que al final, como por arte de magia, se transformaba en gráficas que después había que imprimir en acetato para presentar los reportes con los clientes.

FB es ahora, 12 años después, una experta en investigación que —aunque sigue sin ser fan de las matemáticas— utiliza todo el tiempo la computadora: cotiza en Excel, recibe presentaciones de Power Point y las revisa, le escribe un correo electrónico al cliente con respecto al documento en Word que él envió con las especificaciones para emprender un nuevo estudio. No es que se haya vuelto repentinamente más computer friendly, sino que el entorno ha cambiado y ella ha tenido que cambiar con ese entorno. Sin queja alguna, claro. "Imagínate lo que era tener que cargar con los 80 acetatos", me dice. Yo me río.

En realidad, mi generación laboral (al menos en la industria en la que tanto FB como yo andamos) vive cosas muy distintas: ya no vivimos en las oficinas centrales, verificando videos y escuchando cintas. Ahora se envían los DVDs a los clientes, mientras que las cintas se las lleva un nutrido grupo de chavitos a los que se les mandó un correo para que fueran por ellas y las transcriban (en Word, Arial 12, espacio y medio). Ya nadie imprime acetatos en la oficina, por supuesto: yo trabajo en casa, recibo por correo las órdenes de trabajo, los objetivos de estudio, las transcripciones, envío las guías de tópicos y mis reportes. En todo este proceso, sólo me paro por la agencia cuando tengo sesiones y cuando voy a cobrar. Eso, por supuesto, repercute en un ahorro sustancial de tiempo y recursos para mis empleadores, y además me ofrece la inmejorable posibilidad de trabajar en el horario que más se me antoje, en la zona de la casa que más me guste, y con el atuendo que más me convenga (si me da la gana trabajar en pijama todo el día, nadie me va a ver)

Ciertamente, el asunto de la vida digital no es para cualquiera. Quienes trabajamos fuera de facilities tenemos que desarrollar un nivel de disciplina personal mucho más alto. Es muy fácil sentir que porque estás en casa tienes de pronto mucho mas tiempo para ver la tele, jugar con tus mascotas, leer revistas, entrarle con fervor a los videojuegos. O también acostumbrarte a que, como no hay una oficina a la cual llegar, pues entonces no hay un horario y puedes hacer lo que te venga en gana. la ciudadanía digital tiene sus bemoles, pues. Tengo al menos unos cuates que se tuvieron que regresar a la noción "oficina" para poder organizar mejor sus horarios. Yo misma tengo un escritorio en donde sólo se utiliza la computadora para asuntos laborales (bueno, y de vez en cuando para el rollo de las redes sociales, pero sólo para fines de investigación, ja).

Ayer que vi a FB, fue porque teníamos una presentación con clientes: ir hasta su oficina en Santa Fe, tomarnos dos horas para llegar, dos para presentar y una más para salir de allá. ¿Qué desearía yo? Que los clientes pidieran videoconferencias. Antes creía que un helicóptero sería la onda, pero ya vimos que el espacio aéreo no es tan conveniente...

No hay comentarios.: